A los oídos del Virrey ha llegado el rumor de que en el pueblo existe un adivino. ¿Quién más podría decirle dónde está el anillo de bodas que ha perdido?... Una pícara historia de la tradición oral latinoamericana, que seguramente constituirá una entretenida experiencia para todos sus lectores.
Lagartijo es un campesino “flaco, pobre y astuto” …y es tan flaco y largo que todos lo apodaron Lagartijo, como bien habíamos dicho.
Un día se le ocurrió la gran idea de hacerse pasar por un adivino. Para ello, escondió la cobija de una mujer que lavaba a orillas del río y comenzó a decirle a la gente que él podía adivinarlo todo. Cuando la mujer le preguntó por su cobija y le ofreció a cambio un saco de maíz, Lagartijo le indicó el lugar donde ésta estaba. Otro día hizo lo mismo con el burro de un campesino y así, poco a poco, comenzó a regarse la voz de que Lagartijo era un gran adivino.
Pero en otra oportunidad fue el Virrey quien solicitó sus servicios. Lo mandó a llamar para que lo ayudara a conseguir su anillo de bodas. Si efectivamente era adivino y le decía dónde estaba su anillo, lo haría rico; de lo contrario lo castigaría severamente. A pesar del susto, a Lagartijo la suerte parecía sonreírle y gracias al azar, su astucia y picardía, sale victorioso de las solicitudes del Virrey. Triunfante y colmado de honores, después de semejante prueba, regresa a casa con la convicción de no volver a hacerse pasar nunca más por adivino.
El adivino es un cuento popular originalmente ruso que María Elena Maggi nos regala y adapta a la tradición popular latinoamericana. Las ilustraciones de Rosana Faría lo acompañan, brindando a sus lectores un paseo que nos traslada a la época colonial.
A los oídos del Virrey ha llegado el rumor de que en el pueblo existe un adivino. ¿Quién más podría decirle dónde está el anillo de bodas que ha perdido?... Una pícara historia de la tradición oral latinoamericana, que seguramente constituirá una entretenida experiencia para todos sus lectores.