La pulga y el piojo es una canción que todo niño venezolano conoce. Hay muchas versiones pero, quizás, la más famosa sea la de la agrupación Serenata Guayanesa (Grupo declarado Patrimonio Cultural de la Nación en 2011). Ellos cuentan que “La pulga y el piojo” es una historia del medioevo que ha permanecido gracias a la tradición oral. Los españoles la trajeron a nuestras tierras durante la colonización, y desde entonces, ha pasado de generación en generación. Llegó a sus oídos cantada por la mamá de dos de sus intérpretes.
La música - las nanas y las canciones de cuna - son la poesía de la infancia y estas canciones populares se convierten en juegos divertidos para nuestros niños. Gracias al ritmo de las palabras, el mundo comienza a cobrar sentido y a tener color.
La pulga y el piojo es una historia hecha cuento que nos narra una historia de amor entre estos dos personajes y cómo los diferentes invitados los ayudan a resolver los pormenores de su camino al altar. Es así como al no poder casarse por falta de pan, el gorgojo grita "hágase la boda que yo pongo el pan". De esta manera, cada invitado pone su granito de arena para que no falte ningún detalle en la boda. Sabemos que fue un fiestón... pero el final - por demás, inesperado - lo reservo para cuando tengan el libro en manos.
“La pulga y el piojo se quieren casar…”, y a cada vuelta de página los invitados ofrecen un obsequio para la boda. Pero lo que nadie sospechaba era que el padrino, un tímido ratoncito del lugar, sería un compañero tan tentador para la madrina, una gata hambrienta.