El mejor amigo de Ignacio es Nacho, su abuelo, y es tan estrecha su relación que la primera palabra de Ignacio fue Nacho. Además, junto a su abuelo aprendió a caminar, a jugar con los tacos de madera y hacer inmensas torres con ellos, entre otras cosas. Pero lo que Ignacio más disfrutaba en el mundo era sentarse en las rodillas de su abuelo Nacho y escuchar el cuento de cómo le enseñó a caminar. “Y su abuelo le contaba cómo lo agarraba de las manos y le decía: un pasito… y otro pasito. Un pasito… y otro pasito. Hasta que un día, Ignacio se soltó de las manos de su abuelo y caminó solo”.
Poco después del cumpleaños número 5 de Ignacio, su abuelo sufrió un infarto y al regresar a casa después de una larga estadía en el hospital, ya no era el mismo. No reconocía a nadie, no podía mover sus brazos y piernas, y no podía hablar. Al principio, Ignacio se asustó, pero su cariño no le permitió darse por vencido ni perder las esperanzas. Y así, poco a poco, tal como su abuelo lo hizo alguna vez, le fue mostrando cómo construir torres de tacos y divertirse como antes, le fue enseñando a decir algunas palabras, a comer y a caminar… con mucha paciencia, un pasito… y otro pasito.
Lo más bello de este libro es la relación que nos muestra entre un nieto y su abuelo; una relación que muchos tendremos la suerte de compartir o de haber compartido, y que sin duda forma parte de los mejores recuerdos cuando los abuelos ya no están. Aunque la historia es dura y toca un tema tan sensible como es la enfermedad de un ser tan cercano y querido – que para su autor es un tema que no debe ser temido ni censurado a los niños - sus líneas son el reflejo de la fuerza del amor. Y es que Un pasito… y otro pasito resalta el valor de la gratitud, la fuerza del amor recíproco, la importancia de sentirse querido y hacer sentir querido, la incondicionalidad y la fe.
El mejor amigo de Ignacio es su abuelo. “Un pasito… y otro pasito”, le enseña a su nieto a caminar, a construir torres con bloques de madera y a contar historias. Cuando el abuelo vuelve de una larga enfermedad, no es el mismo de antes: no se mueve ni reconoce a su familia. Nadie cree que mejore, pero Ignacio le enseñará a vivir nuevamente, un pasito… y otro pasito.
Lista de Honor IBBY, 1988.