El día que Faoro encontró aquel bebé caimán, que cabía en la palma de su mano, lo acarició suavemente y, sin siquiera pensarlo, lo metió en el bolsillo de su camisa. Como tenía la piel algo oscura, le puso el nombre de Negro. Fue el comienzo de una historia y de una gran amistad, que todavía hoy se recuerda en las orillas del río Apure.
La Caimana es una historia real, un recuerdo de infancia que nos regala María Eugenia Manrique. Para ella era común que sus vacaciones transcurrieran en San Fernando de Apure, de donde era oriunda su mamá. Allí visitaba a Negro. En esa época los caimanes eran cazados para comerciar con sus pieles. Y fue el joyero italiano, José Faoro, quien rescató a este bebé caimán que había quedado huérfano.
Negro acompañaba a Faoro a todos lados y se convirtió en la principal atracción de su trabajo y del pueblo. Personas de todas partes se acercaban a la tienda con cualquier excusa para conocer a Negro. Los niños iban en las tardes a casa de Faoro para jugar con el Caimán a quien, incluso, Faoro le construyó un estanque del que pudiera entrar y salir con facilidad.
Cuentan que Negro nunca atacó a nadie ni se mostró violento. Sólo cuando murió Faoro dio muestras de su duelo, escondido en una oscura habitación de la que no quería salir.
Más allá de ser una bellísima historia, La Caimana expone la capacidad de amar que tienen los animales. De alguna manera, promueve entre líneas el respeto hacia ellos y la importancia de cuidarlos y velar por ellos. Es una historia “de esas que parecen increíbles o inventadas, pero que en Venezuela pasan como algo normal”, expresa Mónica Montañés – periodista, guionista y escritora venezolana. Hoy La Caimana sale a maravillar al resto del mundo y enamorarnos a todos de esta gran amistad.
Prometemos que querrán leer esta historia más de una vez.
El día que Faoro encontró aquel bebé caimán, que cabía en la palma de su mano, lo acarició suavemente y, sin siquiera pensarlo, lo metió en el bolsillo de su camisa. Como tenía la piel algo oscura, le puso el nombre de Negro. Fue el comienzo de una historia y de una gran amistad, que todavía hoy se recuerda en las orillas del río Apure.
Ramón París. Su trabajo de ilustración ha sido reconocido en la Lista de IBBY (International Board on Books for Young People), White Ravens, Banco del libro, Fundación Cuatrogatos, entre otros.