Todos conocemos la historia de la Caperucita Roja; esa niña que, atravesando el bosque, fue a llevarle una cesta de frutas a su abuelita que estaba enferma. En el camino se cruza con el Lobo Feroz quien ágilmente logra que le diga hacia dónde se dirige. El Lobo se adelante y… aunque hay varios finales – unos que nos gustan más que otros -, sabemos que llega a casa de la abuela para comerse a Caperucita.
Es uno de los cuentos de hadas más famosos. Sus orígenes vienen de la tradición oral hasta que Charles Perrault lo puso por escrito. La versión más conocida apareció en 1812 y es la de los Hermanos Grimm, quienes introducen la imagen del leñador que salva a Caperucita.
En 1955, el venezolano, periodista, poeta, ensayista y humorista, Aquiles Nazoa nos regala una versión latinoamericana, con son caribeño, acento venezolano, rimas y teatro, que hoy pone en nuestras manos Ediciones Curiara.
Imposible no amar este libro cuyo tono criollo alborota el orgullo por nuestros orígenes latinos, por nuestra esencia y cultura. Además, sus ilustraciones que desbordan color, detalle, encanto y arte ingenuo (como homenaje al pintor venezolano Feliciano Carvallo), son un viaje -casi sin querer retornar- a nuestras selvas tropicales.
Sin más nada que agregar, ¡que se abra el telón!
La historia de una niñita que sufrió mil contingencias por no encontrar diferencias en un un lobo y su abuelita.