Nana Vieja

La muerte es un tema difícil de tratar. Muchas veces con sólo pensarlo uno siente tal desconcierto y nerviosismo que tendemos a evitar el tema dentro de las conversaciones y mucho más si hay niños escuchando. Quisiéramos mantenerlos eternamente protegidos a estas despedidas, ser eternos. Pero ¿cómo aprender a aceptar la muerte? ¿Cómo hablar con nuestros niños de algo que en muchos genera tanta incomodidad a pesar de que forma parte de la vida? ¿Cómo ayudarlos a vivir de la mejor manera estas separaciones? Aquí los libros se convierten en nuestras mejores herramientas y no hay mejor que éste con una historia muy tierna y unas ilustraciones espectaculares.

Nana Vieja no es un libro triste a pesar de que hará llorar a muchos – o por lo menos por estos lados no pudimos evitarlo -. Nana Vieja y Chanchita vivían y hacían todo juntas; compartían todo. Un día Nana Vieja se queda en cama más tiempo y se siente más cansada de lo normal. Poco a poco comienza a prepararse para lo inevitable, pone todo en orden y da un largo paseo con su nieta para festejar con sus ojos todo lo que la rodea y enseñarle a Chanchita a apreciarlo.

Las ilustraciones de Nana Vieja evocan el trazo, los colores, los nenúfares de Claude Monet; sus personajes parecieran estar enmarcados en uno de sus cuadros, sumando valor a la experiencia de leer esta bellísima historia que nos enseña por sobre todas las cosas a celebrar la vida y a entender que la muerte, sin mencionar nunca su nombre, es parte de ella.